Geopolítica sangrienta en Palestina
Una vez más al gobierno de Israel lo han pillado a por uvas. Como
cuando lo del Yom Kippur; como cuando lo del Líbano. Y en esta ocasión sólo
unos días después de que el señor Netanyahu fardase en la tribuna de las
Naciones Unidas del esplendido futuro que esperaba al Oriente Medio de la mano
y bajo la dirección de Israel. Vaya mojón.
A la operación geopolítica sólo le faltaba la guinda del
reconocimiento del estado israelita por parte de la Arabia de Bin Salman, la
antes Saudita. Una operación que empezó con el reconocimiento yanqui del Sahara
Occidental como marroquí, seguido del reconocimiento del estado israelí desde
Rabat. Hasta lo del Yemen parecía camino de encauzarse. Ahora todo puede irse
al garete.
En Gaza, con una aparatosa operación que no va más allá de la
toma de rehenes, con tanto de asesinatos por el camino, para canjearlos
posteriormente por palestinos de Hamas encarcelados en Israel, llama
poderosamente la atención el fracaso de los servicios de información judíos,
antes tan poderosos, y que hoy no deben tener ni fondos para contratar el
Pegasus, tan eficaz con los teléfonos de mandatarios europeos, entre ellos el
doctor Sánchez.
Es un caso palmario de soberbia por parte de Tel Aviv; o de
hubris, si lo quieren en erudito. Una situación que viene después de meses de
acoso en la ocupada Orilla oeste del Jordán, la West Bank, Cisjordania, que el nuevo
gobierno ultraradical de Netanyahu amenaza con anexionar de la mano del
ministro Smotrich, líder del Partido sionista. Allí la cuenta de muertos
palestinos supera a la de asesinatos en Askalon estos dos últimos días. Pero no
es lo mismo. Ye lo que hay.
Ahora vendrá la “justa” venganza por parte de Israel, con
masivos bombardeos sobre la ciudad de Gaza que dejarán a los rusos en Ucrania
como aprendices, y una nueva fase, aún no se sabe si con ocupación por parte
del ejercito israelí, que llevará a alcanzar renovadas cotas de sufrimiento a
la población de la Franja. Pero Bibi Netanyahu se ha quedado con las vergüenzas
al aire. Su gobierno, ya de por sí inestable, se queda bailando en la cuerda
floja. Y todo Oriente Medio, una vez más, pasa a fase de fiebre aguda. Y ello
esperando que los libaneses de Hizbullah no la líen, algo que cogería a las
Fuerzas españolas en medio de la línea de tiro.
La parafernalia de cohetes que hemos visto, de bajo coste y tecnología
iraní, son derribados por el sistema Iron Dome, que Alemania acaba de comprar,
al módico precio de 50000 dólares cada misil disparado. En Teherán se deben
estar partiendo la caja.
Raúl Suevos
A 8 de octubre de 2023
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