Rubin "Hurricane" Carter
El automóvil, aparte de ser un medio de transporte, tiene algunas cosas buenas. En mi caso, en ocasiones, me aporta buenos momentos, particularmente cuando viajo solo y puedo escuchar música, casi siempre en la misma emisora, una especializada en el Rock, que es lo que me gusta. Cosas de la edad, supongo.
Hoy la casualidad me ha traído una de mis viejas canciones, de cuando estudiaba inglés y trataba de progresar apoyándome en la música. Hoy el dial ha querido regalarme al “Hurricane” de Bob Dylan, una canción que hizo furor allá por los setenta del pasado siglo; una canción de las llamadas protesta, de las que Dylan, junto a Joan Báez, era uno de los máximos exponentes.
Cuenta la historia de un negro norteamericano acusado falsamente y condenado a perpetuidad junto a un par de compañeros. Una historia repetida en la historia de ese país, “tierra de libertad” y “elegido por Dios”, pero que repetidamente ha dado muestra de ser, lejos de sus proclamas, un ejemplo de imperialismo en los altos niveles y una explosión de hipocresía en muchos de sus habitantes.
Rubin “Hurricane” Carter es una historia como tantas. Infancia difícil, reformatorios juveniles, ingreso en el Ejército, boxeo amateur, expulsión del Ejército, boxeo profesional, futuro prometedor y, de repente, un crimen con victimas blancas y unos oportunos negros para cargar con el sambenito. Lo de siempre, una historia de la que Dylan se hará eco cuando Hurricane lleva ya un tiempo en prisión.
La canción es trepidante, una maravilla de más de ocho minutos, con la batería manteniendo de forma constante el ritmo, y el violín aportando el toque de melancolía, tristeza y tragedia, la armónica con medidas entradas que le dan el punto folk, y por encima de todo la voz de Bob Dylan, con una clara vocalización, cosa rara en él, que permite al estudiante de inglés pensar por un momento que quizás tenga algún recorrido en el control de esa lengua.
Las estrofas no funcionan como tales. La canción es un continuo que va contando la historia como si se tratase de una película, o una obra de teatro, desde la escena inicial con los muertos y heridos yaciendo en el suelo del bar, pasando por las detenciones y las presiones a los falsos testigos, y con cuatro versos que en tres ocasiones actúan como si de un estribillo se tratase, reforzados por esa batería, violín, armónica y la voz femenina de una vocalista.
Here comes the story of the Hurricane
The man the authorities came to blame
For somethin' that he never done
Put in a prison cell, but one time he could-a been
The champion of the world
Una gran canción.
Raúl Suevos
A 17 de noviembre de 2024
Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com
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