Una flotilla para el Dnieper
De vez en cuando, por medio de algún concurso televisivo o de eso que llaman reel y que alguien que se supone amigo te envía sin ningún tipo de prevención, alcanzo a darme cuenta de la precariedad geográfica de las generaciones que me siguen, en las que con cada nueva ley de educación nos acercamos más al analfabetismo funcional. Ye lo que hay.
Alguno dirá que con las nuevas tecnologías ya no es necesario estudiar esas cosas. Cosas tan faltas de interés como la geografía o la historia. Y así nos encontramos que, de aquel conocimiento del mundo que empapaba a las viejas generaciones, hoy hemos pasado a los localismos, no ya a lo nacional, y por eso, hablar del Volga, el Don o el Dnieper, grandes ríos de la Rusia europea, es decir, la que se encuentra al oeste de los Urales ¿Que qué son los Urales? Pues eso, que es asunto que no interesa a nadie.
En todo caso, aquí manifiesto, son los grandes ríos europeos de Rusia que discurren hacia el sur, es decir que van a desaguar al mar Caspio, el de Azov, y el Negro. Dejaremos de lado el primero, el Volga, porque el Caspio no linda con los asuntos que nos interesan, pero subrayaremos que el Don, acaba en Rostov el Don, en el norte del mar de Azov, y representa la frontera legal y geográfica entre Rusia y Ucrania; mientras que el Dnieper, acaba un poco más abajo de Jersón, en Ucrania, y donde ahora se encuentra la frontera artillera y de drones entre los dos países. Para ubicar mejor la zona, añadiré que, en medio de ambas desembocaduras encontramos la hermosa, martirizada e histórica península de Crimea. Y las llanuras entre ambos ríos corresponden a los terrenos donde cabalgaban los famosos cosacos zaporogos, entre ellos aquel novelístico Taras Bulba, interpretado magistralmente en el cine por Yul Brynner.
Volviendo ahora al tema del conocimiento, algo mucho más escaso hoy de lo que los medios de masas pretenden hacernos creer, y al poso de experiencia, know how creo que le dicen los pijos, adquirido por esos marineros de pantalla que recientemente, y durante un mes largo, nos entretuvieron con su singladura hacia Gaza ¿No sería una pena que todo ese cúmulo de saber adquirido en el Mediterráneo se perdiese? ¿No podrían plantearse un nuevo proyecto que subiera por el Dnieper reclamando a Vladimir Putin y sus muchachos un Alto el fuego? O mejor ¿Un repliegue?
Ya me imagino a la señora Colau y a la señorita Thumberg, expertas “navegantas” ellas, flameando las banderas de Rusia y Ucrania en fraternal comunión ¿A que no? Pues eso.
Raúl Suevos
A 27 de octubre de 2025
Traducción en asturianu en abellugunelcamin.blogspot
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