El gusano militar europeo
Hace unos días, los radicales de la CUP, los separatistas más rabiosos entre los separatistas catalanes, publicaron un documento programático para los tiempos por venir, dando por hecho, faltaría más, la república catalana. En este papel, además de otras cosas, se mostraban en contra de la UE, la OTAN y el ejército europeo. Lo último me chocó mucho porque este ejército todavía es inexistente, pero se ve que a ellos les preocupa bastante.
El asunto de la defensa, en la Unión Europea, fue siempre una cosa de dejar para otro día, como si no corriese prisa, como si fuese responsabilidad de otros, de la OTAN, por ejemplo. En 1950, cuando se comenzaba a construir la Europa de hoy, se puso en pie la CED, la Comunidad Europea de la Defensa, un proyecto muy interesante y adelantado en el tiempo -hoy aún sería moderno- pero los franceses no estaban por la labor de que los alemanes se rearmasen, y las conversaciones de paz de Vietnam también pesaban, y así, el proyecto se desbarató y la defensa de Europa quedó en las manos de la OTAN.
La UE, en los últimos años, fue desarrollando políticas en el ámbito de la defensa y desde los tiempos de Javier Solana como Secretario General tenemos iniciativas y también misiones europeas, de tipo y entidad diversas. En cualquier caso, hasta hace bien poco, a los ojos del mundo, parecía que la UE no tenía interés por emplearse a fondo, se alejaba de las misiones más peligrosas y las dejaba para la OTAN o para los norteamericanos. Al tiempo, los presupuestos de defensa de los países europeos disminuían de año en año.
Un político de hace ya algunos años dijo, en frase muy famosa después, que Europa era un gigante económico, un enano político y un gusano militar, y si en lo político creció bastante en estos años, en lo militar seguimos en las mismas trazas.
En los últimos tiempos, de todas formas, sucedieron también otras cosas. Del lado ruso, Putin, a quién no le debían gustar mucho los avances de la OTAN en los antiguos países del Pacto de Varsovia, comenzó a empujar en el Cáucaso, como se ve en Georgia,Trandsnistria o en Osetia del Sur, y después en Crimea y Ucrania; pero en Bruselas seguían pensando que era cosa de la OTAN. Entonces, casi a la vez, llegaron el Brexit y Trump, y la manera de ver las cosas empezó a cambiar casi de un día para otro. Europa ya no podía confiar en los socios de toda la vida, Europa comprendió que tenía que ponerse las pilas y dejar de ser un gusano militar.
El año pasado, la señora Mogherini, que es la que tiene hoy la silla de Solana, sacó adelante la Estrategia Global Europea, en la que aún no se habla de Ejército europeo pero que ya cuenta con medidas especificas para hacer cosas que vayan más allá de los papeles. Hace un par de meses, el 12 de setiembre, el señor Juncker, presidente de la Comisión, hizo en el Parlamento de Estrasburgo su discurso sobre el estado de la Uniónen el que, además de otras cosas, se fija el objetivo de una defensa europea para antes del 2025. Algunos días después, el presidente francés, Macron, mozo y con ideas muy claras sobre Europa, también dio a conocer el suyo y también está por una defensa europea. Faltaba la señora Merkel, que andaba de elecciones, y ganadora otra vez, también se despliega por una defensa europea. El mes que viene, en el Consejo europeo, unos cuantos países, entre ellos España, van a constituirse en Cooperación Reforzada Permanente en materia de defensa, es decir, una asociación más profunda dentro de la Unión para hacer una Europa de la defensa creíble y eficaz que nos permita de una vez dejar de ser un gusano militar. Y así, además de dar una mano para que los derechos humanos y el estado de derecho se desarrollen en aquellas partes del mundo que nos lo pidan, también nuestras capacidades civiles tendrá la posibilidad de trabajar con seguridad y eficacia.
No todo es tan atractivo como parece en estas líneas. Al tiempo que se trabaja en la construcción de una Europa más potente, unida y segura, los populismos y nacionalismos, como es el caso catalán, o las derivas de Polonia, Bulgaria, Austria y otros países, suponen una amenaza que no podemos ni debemos eludir ni consentirporque en el mundo que viene, las grandes potencias, van a pasrar por encima de los que no esten a la misma altura.
Raúl Suevos
Gijón a 31 de octubre de 2017
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