California dreamin
CALIFORNIA DREAMIN
Esta mañana, una vez más, he podido escuchar en la radio esta canción de The Mamas and the Papas, uno de los grandes grupos norteamericanos de la prodigiosa década de los sesenta que a mí me pillo entrando en lo que hoy sería la pre-adolescencia y, por supuesto, mucho más inocente que los que ahora disfrutan de esa fase vital. Años más tarde, con el grupo creador tempranamente desaparecido, volverían a ponerla de moda los Beach Boys pero fue la original, que aquí aún sonaba en plena vorágine del 68, la que nos dejó su impronta a toda una amplia generación que hoy esperamos la llegada del invierno, el de verdad, no el de Juego de tronos.
La letra de la canción, muy simple, solo dos estrofas y el estribillo, habla del invierno neoyorkino, horrible para un desplazado californiano según parece, y de ahí el título deSueños de California y que, para mí, casa mejor con nostalgia, morriña, saudade, o mejor aún, la asturiana señardá. La primera idea es la de hojas caídas y cielo gris, la segunda la del interior de una iglesia, también tierra sombría, salvo que se trate de la catedral de la Seo de Zaragoza, templo de luz donde el juego lumínico de sus ventanales góticos sobre las capillas centrales en estuco blanco aragonés convierten en cántico de alegría cualquier pensamiento de tristeza, una maravilla. El estribillo remata las dos estrofas con esa nostalgia de California en semejante día de invierno que a mí me recuerda siempre ese quién estuviera en Asturias en todas las ocasiones.
El invierno de Zaragoza no se parece en nada al de Nueva York, podría definirse como frio, soleado y ventoso, pero nunca gris; Asturias suele sufrir en cambio los embates de los trenes de borrascas atlánticos con lo que se da el caso que, en estos últimos años,Benidorm y las Canarias se convierten en sucursales invernales del Principado, al menos eso dicen las cifras del Inserso. Pero llegada la primavera todo cambia.
Asturias es siempre hermosa pero es en primavera cuando alcanza esas alturas de paraíso natural que ni el humo de las térmicas ni los altos hornos de la siderúrgica consiguen menoscabar. La combinación del muro de los Picos al sur y el Cantábrico al norte hace de esta región un lugar único en la Tierra, ni Galicia ni Cantabria, mucho menos el País Vasco, disfrutan esa peculiar combinación y por ello el verde lujuriante del antiguo reino es distinto a todo lo demás. El efecto foehn no puede contra el macizo y por ello no seca las praderas, y, por lo mismo, la humedad atlántica no sigue su camino al sur y se queda empapando los carballos de Muniellos y los demás bosquesdonde el oso y el urogallo encuentran su último refugio.
Es en esta estación cuando, si cae una nevada tardía, desde la almena del espigón del ingeniero Lequerica en el viejo puerto de Gijón, se puede disfrutar de la vista de la playa de Poniente coronada por la sierra del Aramo, iluminada ésta en todo su esplendor mañanero por el sol que se levanta tras el macizo central de los Picos de Europa. Premio reservado para paseantes madrugadores.
Este año llegaré tarde a esa Asturias que, según dicen las noticias, cuenta con una ocupación del 100% para esta Semana santa en lo que parece una confirmación de que los españoles se dan por enterados de que el Cambio climático desplaza el paraíso hacia estas tierras benditas. Distintos compromisos me retienen y me hacen contar los días para tomar la ruta al país de las xanas, quizás por eso esta mañana California dreaminme ha sonado más personal.
Raúl Suevos
En Zaragoza a 13 de abril de 2019
abellugunelcamin.blogspot.com
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