¿Son aún de fiar los Estados Unidos?

¿SON AÚN DE FIAR LOS ESTADOS UNIDOS?
El presidente Trump acaba de visitar el Reino Unido en medio de un alarde de intervenciones sorprendentes que todas tienen como denominador común la grosería política, algo muy inusual hasta su llegada a la Casa Blanca. Insultos personales al alcalde de Londres, recomendaciones de ruptura radical a la premier May en relación con el Brexit, posicionamiento personal por alguno de los pretendientes a la dirección del partido Conservador, etc. todo un compendio de meteduras de pata si no fuese porque el mundo parece estar ya acostumbrado a este comportamiento. Quizás no todo sea casualidad, quizás hay una estrategia.
Con la caída del Muro de Berlín en 1989 Francis Fukuyama vaticinó “el Fin de la historia” bajo la égida triunfante de las democracias liberales –léase capitalistas- pero el desorden, las tensiones políticas y las guerras parecen haberse confabulado para derribar sus posibilidades profesionales como profeta. Hoy el mundo está mucho más complicado que cuando la llamada Guerra fría apaciguaba los ánimos de la gobernanza mundial y los Estados Unidos mantienen un liderazgo cada vez más contestado, especialmente en el lejano Oriente.
Balcanes, Afganistán, Ucrania, incluso el próximo Oriente, no parecen tener entidad para desestabilizar el mundo, más allá de lo que las grandes potencias consientan. La Rusia de Putin se esfuerza por estirar el cuello desde la fila de atrás para evitar que Trump y Xi, tan voluminosos ellos, le dejen sin salir en la foto, pero lo cierto es que ya desde la época de Bush, y por supuesto Obama, el Imperio está pivotando estratégicamente hacia Oriente. China es el único adversario aunque parezca que, por ahora, la batalla se desarrolle solamente en el ciberespacio del 5G.
En Europa somos consumidores netos de Seguridad, con mayúsculas, desde el fin de la segunda Guerra mundial. La OTAN ha sido el paraguas que nos ha permitido desarrollar nuestro estado de bienestar sin tener que endeudarnos en demasía con gastos no productivos como son los Ejércitos; a cambio, faltaría más, Europa ha dejado que los EEUU pagasen la mayor parte y dirigiesen totalmente la organización. Pero los tiempos evolucionan y los últimos presidentes americanos ha pedido, y Trump exigido con malos modos, que los países europeos aumenten sus gastos de defensa hasta el 2% de su PIB. En ello, con más o menos renuencia, están.
Europa, enano político y gusano militar desde la época de la guerra en Bosnia, es consciente de su 
necesidad de, además de consumidor, pasar a ser proveedor de Seguridad y para ello, y apoyándose en el Tratado de la Unión, y de la mano de la Alta Representante Mogherini, desarrolla y aprueba su Estrategia Global en 2016, en la que algunos ven la base para la futura Defensa Europea y que va a contar con dos catalizadores formidables, el Brexit y el señor Trump, cada uno con sus características.
Hasta aquí todo parece una análisis de geopolítica, y ciertamente lo es, pero detrás de esto siempre se encuentran los factores económicos y en este caso estamos hablando de un mercado mundial de armamentos, hoy claramente liderado por los EEUU, que vale 180.000 M de dólares anuales y en el que los países europeos no son solo vendedores, también adquieren, fundamentalmente en los EEUU, y en ambos casos lo hacen de manera individual perdiendo así las economías de escala.
Además de convertirnos en exportador de seguridad, la Unión, por medio de la Política Común de Seguridad y Defensa, busca convertir esa diversificación de industrias militares en algo más europeo, más grande y más eficaz, algo al estilo de Airbus por poner un ejemplo, capaz de competir con la industria americana de modo que los empleos, altamente cualificados, permanezcan en Europa y, de
alguna forma, contribuyan a impedir que nuestros jóvenes titulados en nuestros campus universitarios
 tecnológicos tengan que emigrar en busca de puestos en consonancia con su cualificación.
Desde la publicación de la Estrategia Global Europea se han puesto en marcha 17 proyectos PESCO, llamados así por el acrónimo ingles correspondiente a la Cooperación reforzada en materia de defensa. También un Fondo de Defensa Europeo de carácter plurianual y, finalmente, el FEAP, Fondo Europeo de apoyo a la Paz. Todos ellos suponen un claro impulso a la Defensa Europea, que no Ejército Europeo, y si el señor Trump consigue una segunda presidencia es posible que Europa se vea “obligada” a crecer más y más rápido en este ámbito ante la falta de confianza en su tradicional aliado americano.
A 5 de junio de 2019
Raúl Suevos

Abellugunelcamin-blogspot.com

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