Erdogán, el principio del fin
No cabe la menor duda
que Recep Tayyip Erdogán es una de las grandes figuras políticas de su tiempo;
desde la alcaldía de Estambul escaló por la estructura política de un país
teóricamente laico desde que Mustafá Kemal Ataturk lo construyera a principios
del siglo XX. Consiguió lo que parecía más difícil, desactivar al Ejército
turco, guardián de las esencias laicas de la república turca con la fuerza de
un partido religioso; su partido, el Partido del bienestar, al que lavaría la
cara para evitar la confrontación con la ley y con el que, con el nuevo nombre,
Partido de la Justicia y Desarrollo se apoderaría de todos los resortes del
poder, con nueva Constitución incluida, hasta convertirse en el nuevo sultán de
la Puerta dorada, al menos eso es lo que parece que él ha creído.
Tanto poder, la historia nos lo ha mostrado muchas veces,
acaba por emborrachar, y esto parece que es lo que le ha ocurrido al señor
Erdogán que en los últimos tiempos ha ido derivando cada vez más hacia
posiciones legalmente incuestionables pero que le han llevado a perder
legitimidad de forma acelerada, y la pérdida de Estambul y Ankara en las
últimas elecciones municipales es solo la muestra de lo que puede depararle el
futuro.
En los últimos tiempos el presidente turco parece haber
iniciado una huída hacia adelante. Sus apuesta por convertir a su país en
potencia regional ya se percibió cuando con ocasión de la segunda Guerra de
Iraq negó acceso a las Fuerzas USA; su chantaje político a Europa al inicio de
la Guerra en Siria y la crisis de refugiados fue una forma lucrativa de
cobrarle a Europa su rechazo al ingreso. En los últimos tiempos ha seguido
apostando con compras de misiles rusos y acuerdos con Libia sobre aguas
territoriales que solo parecen conducir a ulteriores tensiones con sus aliados
atlantistas.
La entrada en territorio sirio hace unos meses http://repdiv.blogspot.com/2019/10/yanqui-go-home.html
ha sido su apuesta más fuerte y directa; parecía que, inicialmente, los
perdedores serían los kurdos, y los sirios de El Assad tendrían que aceptar la
situación mientras los rusos certificaban la situación y los yanquis de Trump
plegaban velas abandonando a sus protegidos kurdos. Pero las cosas de la
geopolítica casi nunca salen como los aprendices de brujo pretenden. Esta vez
tampoco.
La pasada semana, tras algunas escaramuzas previas que
pagaron algunos jóvenes soldados turcos, un ataque aéreo ha elevado la cifra de
muertos a 36 y muchos más heridos. En estos casos el apostador suele doblar la
apuesta y Erdogán no parece ser diferente.
Autobuses, taxis, coches de alquiler, todo medio de
transporte parece ser útil para el nuevo envite del presidente turco. Se trata
de conseguir el apoyo de la Unión Europea con la amenaza de un millón de
refugiados sirios llegando a las playas de las islas griegas próximas a la
costa de Asia Menor; una crisis que ya puso a temblar a Europa hace cinco años.
Entonces la situación era sobrevenida, ahora es provocada por las ambiciones
del sultán turco que atrapado en esa apuesta demasiado arriesgada y unilateral
que ha hecho en Siria llama a las puertas de la OTAN apelando al artículo 5,
algo descartable dadas las circunstancias.
En plena crisis sanitaria de carácter global llegan nuevos
problemas para Europa. Grecia recibirá en primer lugar el efecto de la nueva
avalancha pero serán las estructuras de la Unión las que otra vez serán puestas
a prueba y yo espero que sean lo suficientemente fuertes y salgan adelante sin
problemas pero también deseo que esta última jugada sea el principio del fin
para un Erdogán que, amparado en un desarmado sistema democrático, se ha
convertido en un dictador más.
Raúl Suevos
A 29 de febrero de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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