¿Qué será de Cuba sin Trump?
Dicen que hoy el gobierno chino ha felicitado a Biden por su victoria electoral, solo falta Putin a la cita de cortesía y, no faltaba más, el propio Trump, que aún se resiste a reconocer lo que parece un hecho incontestable y que, con su actitud obstruccionista puede que consiga hacer perder a los republicanos los dos y definitivos escaños senatoriales que se dirimirán el próximo enero.
Estos meses que quedan hasta la llegada del nuevo equipo a la Casa Blanca serán tiempos de especulaciones sobre las nuevas políticas de los EEUU, tanto en el ámbito interno como en el externo; y es en este último aspecto, el de los asuntos exteriores, donde las expectativas son mayores después del cuatrienio trumpista. En Miami dicen que, mientras la negación de la evidencia electoral intenta resistir, los analistas, que allí se llaman cubanólogos, hacen cábalas infinitas sobre el próximo futuro de la perla del Caribe.
En Cuba las cosas están difíciles, cada día cuesta más “resolvel”, ese accionar diario que consiste en acabar el día con un mínimo aporte proteínico en el cuerpo. En los últimos tiempos el son cubano lo marca la economía venezolana que, como es sabido, no está para muchas fiestas, y Cuba necesita divisas para importar y pagar los alimentos que no es capaz de producir. En esa necesidad se justifica la reciente reapertura al turismo tras la oleada inicial del covid y que con el primer vuelo trajo diez rusos positivos. La necesidad apremia.
Trump ha tomado medidas aparentes durante su mandato, para atraer al votante cubanoamericano afincado en Florida, como el control de las remesas, el control de los viajes a la isla, o el atraque de los cruceros en ella. Todas áreas en las que la familia Trump no tiene intereses económicos, la Western Union, la industria de cruceros y las líneas aéreas charter. En general hay más de cosmética que otra cosa y el resultado es un refuerzo de la idea del bloqueo que ayuda al régimen cubano a mantener la falsa idea de que están en guerra con el imperio y, por lo tanto, todos deben someterse por el bien de la patria.
La realidad es que pocas cosas cambiarán con Biden, quizás las cosméticas, que cuentan con el apoyo de algunas industrias USA pero, el nuevo presidente formaba parte del equipo Obama, el mismo que en sus últimos días de mandato eliminó la Ley de ajuste que permitía a los cubanos establecerse en los USA sin necesidad de visado y que, teóricamente, alentaba el fenómeno de los balseros, que hoy siguen escapando de la isla pero sin el amparo de antaño. Allí estaba Biden.
Los cambios en la isla llegarán con la desaparición de Raúl Castro, apartado de la escena pública últimamente y generando con ello todo tipo de rumores sobre su salud; pues hasta que no desaparezca es difícil que nadie mueva ficha allí y tampoco es plausible que sus viejos conmilitones sean capaces de aguantar la presión que se producirá tras el deceso. A Díaz Canel, el actual presidente nominal, le quedará la disyuntiva de liderar una transición al modo Suarez o intentar perpetuarse a la manera de Maduro, algo, esto último, difícil de imaginar.
Raúl Suevos
En Gijón a 13 de noviembre de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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