La eurogafada
Este pasado fin de semana, después de muchos años, he seguido
la elección del representante español para Eurovisión en el publicitado –por RTVE-
festival de Benidorm. La larga lista de decepciones en el euroevento me había
ido alejando del mismo. Canciones y artistas poco apropiados, y los
consiguientes fracasos, con gallos en directo o mamarrachadas producto de un
sistema de elección desafortunado, dieron como resultado mi extrañamiento, y,
por lo visto, el de la mayoría de la audiencia.
Este año parecía que el asunto tomaba derroteros diferentes y
la prensa así se fue haciendo eco de los diversos participantes. Para la
final ya me habían convencido y allí me planté, ante el televisor, con la
esperanza de, al menos, asistir a un buen espectáculo musical, algo prácticamente
desaparecido de nuestras pantallas en los últimos años.
Y no defraudaron. Se vieron, al menos en opinión de este
modesto aficionado, muy buenas aportaciones y espectáculos en escena, lo que ya
en sí mismo es un enorme avance con relación a lo de años anteriores. Con
especial atención a tres de los participantes por mi parte, que coincidían con
la opinión mayoritaria de público y especialistas en las jornadas semifinales.
Las Tanxugueiras, Rigoberta Bandini y Chanel.
Las primeras llegaban con un especie de etnofusión de
carácter, sobre todo, rompedor y de gran impacto plástico y visual que, muy
probablemente, podría tener muchas posibilidades en el festival, y en cualquier
caso daría que hablar en positivo. Después venía la aportación de Rigoberta;
una sacudida visual y sonora con características de reivindicación feminista,
envuelto todo ello de un ritmo repetitivo, pegadizo y catártico que, creo,
podía ser un auténtico bombazo en Turín. Finalmente, la desconocida catalana Chanel,
pese a contar con una larga trayectoria profesional, que llegaba con un reggaetón
y su consiguiente escena de baile; también solución festivalera y que sería la
vencedora que representará a TVE en Italia.
Yo me hubiese quedado con Rigoberta Bandini, por aquello de
la personalidad de la aportación de una creadora polifacética, incluso para
inventarse su propio nombre artístico. En todo caso, no creo que Chanel lo haga
mal y no son sus cualidades artísticas, sobre las que no estoy preparado para
discutir, lo que me ha llamado la atención de todo el asunto.
Chanel iba limpia de connotaciones políticas; no así las
otras dos. Unas, según parece, respaldadas por una campaña popular en Galicia,
azuzada por ellas mismas, que resaltaba las referencias regionalistas ¿o eran nacionalistas? Y que contó con el
apoyo explicito de personajes como Yolanda Díaz o Monica Oltra. La otra, recibió
también el apoyo directo de Irene Montero y Gabriel Rufian; y el rechazo, sin
citarla, de soflamas feministas por parte de un Casado que no puede evitar
meterse en cada charco que encuentra. Quizás hubo más intervenciones
político-musicales aunque lo ignoro.
Al final nos encontramos ante una muestra más de la
polarización en la que se haya el país, que nos deja, de nuevo, ante una
representación española gafada por un motivo u otro, pagando las consecuencias
en este caso, una artista, Chanel, que lo hizo muy bien y a la que le deseo lo
mejor. Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 31 de enero de 2022
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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