San Himarso y cierra Ucrania

 

Con algunas variantes en su composición exacta parece un hecho cierto que la frase “Santiago y cierra España” viene usándose en las batallas españolas desde los tiempos del encuentro de Las Navas de Tolosa, en el lejano 1212, y ya lo referencia el glorioso manco en su obra universal, lo cual le da un refrendo adicional.

En Ucrania, que yo sepa, no cuentan con algo similar, aunque vaya usted a saber. Lo que sí es cierto es que, en la reciente campaña defensiva, fue bastante usual que los combatientes se encomendasen a Santa Jabalina, por aquello de los misiles contracarro Javelin de última generación que, junto con otros artilugios de la industria militar occidental, sin olvidar los ya famosos drones turcos Barayktar, y el heroico comportamiento de las tropas ucranianas, frenaron primero y después rechazaron al teóricamente temible ejército ruso.

Entre los ingenios y ayudas menos publicitados también estaba la inteligencia de todo tipo suministrada por los EEUU, algo que continúa en la nueva y victoriosa fase ofensiva de la campaña a la que ahora asistimos y en la que los ucranianos parece que han cambiado de santo y ahora se encomiendan a San Himarso, patrón de los lanzadores de cohetes HIMARS, de guía satelital y error máximo de dos metros a 50 km.

Con ellos y la munición Excalibur, también guiada por satélite, para artillería de largo alcance, han logrado aislar, mediante el bombardeo quirúrgico de puentes en carreteras y vías férreas, a las unidades rusas, que han quedado sin reposición logística antes de sufrir el ataque de nuevas unidades ucranianas, formadas, armadas y adiestradas durante estos meses en los que sus compañeros del frente aguantaron el sistemático bombardeo ruso. Pero esto no lo explica todo.

En el Dombás, en 1991, y pese a ser rusófonos, como el propio Zelensky, votaron más del 85% por la independencia, la lengua sola no hace nación. Hablamos de una población que se siente y quiere ser ucraniana, pese a la propaganda rusa, que se ve ocupada desde 2014 en unas zonas y desde febrero pasado en otras, con imposición militar y ley marcial, y con unos estándares vitales muy por debajo de los de Ucrania, uno de los países más pobres de Europa. Son los que ahora pasan información exacta sobre depósitos de municiones y puestos de mando rusos a San Himarso.

Al tiempo, el mando ucraniano ha sido capaz de montar una gigantesca operación sicológica, PSYOPS, o lo que en los planes antiguos llamaban medidas de decepción, que llevó a pensar que atacarían en el sur, Jersón, hacia donde los rusos desplazaron sus unidades, mientras acumulaban dos divisiones, 10.000 combatientes, en el norte, cerca de Jarkov, para romper el frente ruso estrepitosa y exitosamente.

Hoy la guerra tiene otro color, y no todo es cosa de San Himarso, aunque ayuda bastante.

Raúl Suevos

A 14 de septiembre de 2022


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