Vuelve el rey a casa, por Navidad
De nuevo esta noche nos sentaremos como cada año a escuchar,
antes de aposentarnos a la mesa navideña, a Su Majestad en la tradicional
alocución que abre la cena de muchísimas familias españolas, entre ellas la mía
desde que tengo recuerdos, es decir, desde los tiempos de Francisco Franco.
Aunque me pregunto si eso ahora, los recuerdos de Franco, estarán también penalizados
con las leyes de la damnatio memoriae. Quién
sabe.
Es este un año particular, con mucha aparente tensión,
promovida por unos y otros, si bien, en mi opinión, corresponde otorgarle una
mayor responsabilidad en todo ello a quien detenta el poder, en este caso el Partido
socialista; sin embargo, desde que el histórico doctor Sánchez cambió los
estatutos del mismo sólo cabe hablar de un único y personal responsable.
La tensión, según algunos analistas, está en cotas antes
nunca vistas. Pareciera que el edificio constitucional, es decir, la nación española,
estuviese a punto de desmoronarse, y es comprensible pues nunca antes se ha
visto un asalto tan rápido y feroz contra lo establecido, como han sido, entre
otros asuntos, la derogación/manipulación de la sedición y la malversación; y
ello unido al hecho, inocultable, de que tras ello se encuentra el pago por los
interesados votos que sustentan al gobierno; como el destierro de la Guardia
Civil de tráfico de Navarra, o el apresurado acercamiento de presos etarras al
País Vasco.
Es una doble estrategia que permite pagar las deudas
parlamentarias y generar una tensión continua que tapa una decisión, que antes
pudiera parecer aberrante, con otra aún más impactante. Así funciona esta fase, que
será seguida en el periodo electoral con un torrente de subsidios de todo tipo,
encaminados a fidelizar los votos de la parroquia gubernamental, y, quizás, a
lograr nuevos votantes. Hay mucho en juego.
Quienes no comparten la coyuntura pero no tienen capacidad parlamentaria
para cambiarla, también sus partidarios y militantes, parecen esperar que SM
les dé un bálsamo con sus palabras está noche. Consideran que estamos ante una
encrucijada como la de octubre de 2017 y ello obligaría a don Felipe a dar un
golpe en la mesa, verbalmente se entiende, y yo, qué quieren que les diga, no
comparto esa opinión.
No es la misma situación. La patria no está en peligro, por
mucho que el histórico doctor Sánchez nos resulte insoportable; a pesar de que los
votos que cosecha en cada votación sean mínimos y presagien un difícil futuro
para el partido que lo sustenta; aunque la ingeniería social que lleva a cabo
el socio minoritario del gobierno esté dejando la cara del país peor que la de
Carmen de Mairena. Todo es reversible, no es la situación de octubre del 2017.
Esta España que a algunos nos resulta insoportable puede
retomar la senda de la racionalidad con la simple decisión de la mayoría de los
españoles a lo largo de los procesos electorales que tendrán lugar en el año
entrante. Es a ellos a quien corresponde la responsabilidad por el rumbo del
país, puesto que ya nadie se puede llamar a engaño, no queda el recurso al
desconocimiento. Votaremos en 2023 sabiendo a quien votamos, y no es de recibo
pedirle a SM que se posicione cuando lo que sucede está dentro de nuestro
sistema parlamentario, que es mejorable, y con la supeditación a nuestro
sistema judicial, que podría ser más independiente. Ye lo que hay.
Así que esta noche yo espero que SM, como en otras ocasiones,
apele a la moderación y a la concordia, es lo que toca, y con ello bastaría,
hasta las elecciones.
Raúl Suevos
A 24 de diciembre de 2022
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