Pedro, el pacificador
Acabóse la moción y ya son otros los afanes. Tras las
imágenes del Congreso, periclitadas con la rapidez que los tiempos modernos
devoran casi todo lo noticiable, por muy importante que pudiera parecer, son
las guayaberas dominicanas, de pobre factura por cierto, las que ocupan las
sesiones de los telediarios desde Santo Domingo, sede de la Cumbre
Iberoamérica.
Allí llegó, procedente de otra cumbre europea nuestro
presidente de gobierno. Allí, en Bruselas, se despachó a gusto contra el líder
de la oposición, a la par que lo hacían en España sus corifeos gubernamentales
siguiendo las instrucciones de la Secretaria de estado de comunicación,
supongo, y con un uso y abuso de frases tan idénticas, como viene siendo
habitual desde que el argumentario de Moncloa dirige sus letanías, que
consiguen que el mensaje se diluya en la sobreactuación que llevan a cabo todos
ellos. Deberían hacérselo mirar antes de que sea demasiado tarde, salvo que
quieran transmitir su pertenencia a la familia de las cacatúas, psitaciformes
para los leídos; imagen francamente nociva en periodo electoral.
En esta campaña posterior a la moción ha llamado la atención
el bombo que le han dado desde el gobierno a la visita que el doctor Sánchez
efectuará a Pekín. Un empeño en el que todos, siguiendo el famoso argumentario,
han recalcado el prestigio del amado líder, el de aquí, no Xi Jinping, que no
es sino el reflejo del crédito y la influencia que España tiene en el ámbito
internacional. Nada menos.
Una visita de especial relevancia puesto que se realiza inmediatamente
después de la visita del líder chino a Moscú, de la que nada ha trascendido más
allá de la parafernalia de los actos oficiales, y en la que fue posible sacar
alguna conclusión tras el hieratismo de Xi y el animado rostro de un Putin
otrora pétreo. Una deducción que nos lleva a pensar que allí, en Moscú, se
firmó el acta de vasallaje de la Rusia de Putin respecto a China. Una
servidumbre radical en el plano comercial debido a las sanciones de Occidente,
y que ya veremos si va más allá, es decir, en el plano político-militar.
Una cita, la española, que servirá, dicen, para analizar la
intencionalidad y extensión de ese Plan de paz chino, que hoy no es más que un
esbozo, y se queda muy lejos de la radical retirada de fuerzas, compensaciones
y tribunales para los crímenes de guerra que propone el encarcelado Navalny.
Mucho objetivo para lo que representamos.
La realidad es que Pedro, el pacificador, cubrirá un mínimo
hueco en el plan de relaciones públicas del Ministerio de exteriores chinos,
pero espera vendernos el producto como un “gran salto adelante” tras el
paseíllo con Biden. Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 26 de marzo de 2023
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