El mar de los Sargazos
En las novelas de aventuras de antaño, aquellas de Julio
Verne y similares, era relativamente habitual encontrarse con el mar de los
Sargazos. En las de ahora la cosa va de inteligencias artificiales, las
naturales son cada vez más escasas, mundos estelares, o universos underground,
pero lo geográfico está claramente demodé. Ye lo que hay.
Aquel mar sigue existiendo, siempre estuvo ahí, en la parte
más occidental del océano Atlántico, frente a las Bermudas, mucho antes de que
sus pantalones se pusiesen de moda. Ya lo enfrentó el propio Cristóbal Colón, y
su composición a base de algas flotantes, y la ausencia de vientos en toda su
extensión, llevaron a muchos barcos en el pasado a quedarse varados en sus
aguas. A veces demasiado, y según la pluma del novelista, para toda la
eternidad.
Es un mar improductivo, salvo para el desove de las anguilas,
y visto el menguante volumen de angulas que nos llega podría deducirse que en ese
aspecto también tiende al nihilismo. Como nuestro sistema político según los
resultados de las aún palpitantes elecciones generales.
El resultado del 23J nos deja en un autentico mar de
Sargazos, en un pantano barométrico donde nada se moverá durante unos cuantos
meses. Una inacción que difícilmente puede ser productiva para los intereses de
la nación, precisamente cuando nos toca encabezar el Consejo europeo. En un
momento que los intereses estratégicos de bloques y países se encuentran en
medio de una encrucijada que, posiblemente, marque las décadas próximas.
Es difícil presagiar una solución de gobierno. Ni siquiera un
frankenstein 2, con todo lo que eso supondría para los fundamentales de la
nación, parece factible en este momento, con unas elecciones en País Vasco y
Cataluña a la vuelta de la esquina, y los protagonistas independentistas de las
dos regiones jugándose los cuartos en el envite, lo que hará que el compromiso
con el doctor Sánchez sea muy difícil en esta ocasión, casi un imposible, incluso
para un escapista contrastado como él.
De nuevo, ya ocurrió con el segundo gobierno Rajoy, el Rey
tiene una papeleta a resolver en Zarzuela. Y una vez más, analistas y
ciudadanos se preguntarán por qué no se modifica la ley electoral para impedir
que, reiteradamente, los grandes partidos se vean extorsionados por aquellos
que quieren romper la nación española.
Una pregunta para la que no encontrarán respuesta en los
programas electorales de esos mismos partidos, pues nada apuntan sobre el tema.
Un solución para la que esa Europa, a la que tanto se apela en otras
oportunidades, responde con el premio de mayoría, como en Grecia; o con el
sistema mixto, en Alemania. Ellos sabrán.
Raúl Suevos
A 24 de julio de 2023
Comments
Post a Comment