El hundimiento
Este fue el título que se le dio en España a una película memorable
de 2004 que en el original alemán era “Der Untergang”, algo así, con mi
deplorable dominio de la lengua del príncipe de Bismarck, como el “Camino hacia
abajo”. De coproducción italiana, austríaca y alemana, relata los últimos días
de un Adolph Hitler encerrado, neurótico y atiborrado de pastillas en el bunker
de su cuartel general en Berlín.
El protagonista es Bruno Ganz, un excelente actor suizo ya
desaparecido que es capaz de hacernos sentir el denso y asfixiante ambiente que
se respiraba dentro de aquellas paredes; con unos acompañantes, los más
allegados de su entorno, conscientes de estar tan condenados como su jefe, sin
escapatoria hacia el exterior, y con la omnipresente y delirante presión del führer
sobre todos ellos.
Han sido las redes sociales las que me han hecho recordar la película,
con un montaje de una de las escenas que mantiene el sonido original, en
alemán, pero que propone unos diálogos en subtítulos absolutamente hilarantes,
pues el dictador germano se convierte en el doctor Sánchez y su entorno de
generales en los ministros más notorios del actual gobierno en funciones. Un
cuadro desternillante si no subyaciese en él la tragedia del nazismo y la
penosísima situación por la que pasa en la actualidad nuestra nación.
El autor ha tenido un particular sentido de la oportunidad ya
que, entre tantas noticias y manifestaciones de rechazo a la actual deriva de
lo que en un tiempo fue el partido socialista, esta mañana ha trascendido la
carta de baja como militante del que fuera ministro de Felipe González, Javier
Sáenz de Cosculluela, que no contento con abandonar su militancia de cincuenta
años en el partido, se manifiesta con una dureza inaudita hacia sus antiguos
correligionarios ¿Será el inicio de un untergang?
El actual partido socialista, tras los estatutos que Sánchez
hiciera aprobar después de su expulsión de la secretaria general, es una
estructura política que funciona como un sistema autocrático, en el que la
voluntad del líder es la ley, sin posibilidad alguna de disenso, como en los
tiempos de González y las corrientes internas del PSOE. Nadie se atreve a
pronunciarse en contra de la doctrina oficial, y quien lo hace, como García
Page, no va más allá de su juego regional, y en él se protege. Ye lo que hay.
El gesto de Cosculluela, inadvertido en los telediarios del
día, puede quedarse en un gesto individual, o quizás como el inicio de ese
hundimiento que la película del título nos contaba; ello dependerá de que otras
figuras socialistas sigan su ejemplo, y, como las meigas gallegas, haberlas haylas.
Raúl Suevos
A 14 de noviembre de 2023
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