El niño de Bagdad

 

Hoy las noticias venían cargadas de nieve. Mucha nieve en Davos, donde se reunían los líderes de la política y la economía mundial, y también mucha nieve en Centroeuropa, donde está cayendo una nevada de época, incluso para aquellos lares. Pero para nosotros casi todo el interés suizo estaba en las andanzas de nuestro doctor Sánchez que allí iba con dos objetivos claros: mostrar lo bien que habla inglés al auditorio, su espiche no podía ser juzgado por la profundidad de su mensaje, como el tibio aplauso que le dieron al final parece atestiguar; y también reunirse con los empresarios españoles para sacarse una fotografía y mostrar así lo bien que se lleva con las empresas del IBEX, algo al parecer muy importante según alguno de sus múltiples asesores en comunicación.

De esta reunión apenas hemos tenido imágenes, al menos cuando esto escribo, pero en el breve video que los telediarios nos han brindado podía verse, en una habitación estrecha y agobiante, a unos empresarios, de los que nadie faltó a la cita, serios, como apesadumbrados, como temerosos, como dicen que estaban aquellos que esperaban en las celdas de las checas que viniesen a nombrar a los designados para el paseo nocturno. Una escena que, a mi me lo parece, difícilmente puede ser empleada como soporte de ningún mensaje subliminal, salvo para los adeptos radicales, pero vaya usted a saber.

Alguno de los convocados, no señalaré por respeto, recordaban al niño aquel británico, hijo de rehenes, que le pusieron al lado al demoníaco dictador para mostrar al mundo su lado paternal y afable. El niño tenía una cara de pánico mayor que la que puse yo cuando de niño me colocaron al lado del príncipe Aliatar, embajador de los Reyes magos, con su cara embadurnada de negro, en medio del escenario del casino del barrio de la Calzada de Gijón. Aún no se me ha ido el susto, como aquel niño británico en Bagdad supongo, como a los empresarios españoles  en Davos. Qué miedo.

Al final el mensaje que queda es que la política moderna, no sólo aquí en España, si no sólo hay que ver la campaña de primarias del temible Trump en los EEUU, se basa en los golpes de efecto más que en las acciones efectivas. Ye lo que hay, y lo que es peor, el cuerpo de electores activos parece que, visto lo visto, es terriblemente sensible a estos “números” de nuestro gobernante.

En todo caso no debemos preocuparnos demasiado, esa imagen, como todo en la política de hoy, durará muy poco, el tiempo justo para fabricar otro pequeño efecto para la galería.

Raúl Suevos

A 17 de enero de 2024

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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