Zorreando
Es debido reconocer que, después de años de clara
desorientación, Televisión Española parece haber encontrado el camino para
elegir la propuesta anual para el certamen de Eurovisión. Lo del Benidorm
Fest, según declaran las audiencias televisivas desde que la fórmula se ha
puesto en marcha, es un exitazo de espectadores, o un tubazo, en términos modernos,
si ustedes lo prefieren. Otra cosa son las percepciones particulares.
Este año, como en los anteriores, dediqué la noche del sábado
a catar las propuestas musicales de la ocasión, y, en general, me parecieron
festivaleras de oportunidad, o fuera de las coordenadas, como la señora Pelae, que
pese a su indudable nivel artístico y su perceptible calidad vocal, llega con una
propuesta aflamencada que ya en varias ocasiones ha mostrado sus escasos resultados
ante las sintonías eurovisivas.
La opción ganadora, traída por una pareja valenciana, de
largo y discreto recorrido musical él, entra en lo que se puede encuadrar como
tecno-pop, es decir, lo que usted quiera con soporte más o menos disco, una
escena rompedora con dos bailarines…impactantes como poco, y un desempeño vocal
que quizás no era lo mejor de la actuación; aunque todo esto queda ciertamente
opacado ante la fuerza del mensaje de Zorra, que así se llama la canción. Les
deseo lo mejor.
Antes de finalizar es obligado citar a lo que para mí fue lo
mejor del festival, el bolero clásico presentado por un joven canario, San
Pedro, creo que es su nombre de guerra, una aportación sacada casi del baúl de
los recuerdos, que sirve para recordar que no toda la música moderna se limita
al reggaetón y similares, y que el vocalista interpretó magistralmente, con una
voz llena de matices y que, en mi opinión, era lo mejor de todo el elenco
presentado.
Es posible que en el fondo subyazga el recuerdo de aquel
Chiquilicuatre, u otras elecciones de patético recuerdo, y que por ello se
busque actualmente opciones más “festivaleras”, como puede ser esta Zorra, que
a su ritmo más o menos facilón, característica importante hablando de Eurovisión,
añade una letra que “supuestamente” llama al empoderamiento femenino, algo que
ya de entrada añadirá un plus a su desenvolvimiento a la hora de la verdad allí
en Suecia. Ye lo que hay.
El resultado final, con independencia de si este
no es ganador, es el olvido casi inmediato, o tras unos pocos meses, como la
alabadísima Chanel nos ha mostrado con su casi desaparición de los circuitos
comerciales, algo que también ha alcanzado a la vencedora del pasado año. Y es
que el negocio de la industria musical es intrínsecamente descarnado y feroz.
Suerte para la Zorra.
Raúl Suevos
A 4 de febrero de 2024.
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