Winter is coming
La serie de más éxito en los últimos años, Juego de tronos,
tenía como tema principal el mismo que da título a esta tribuna, “Se avecina el
invierno”, o se acerca, o se aproxima, o como ustedes quieran; el caso es que
se presiente, como algo imposible de evitar, como un cataclismo ante el que
nada se pudiera hacer, aunque en la serie, entre los dragones y el concurso de John Nieve, al final, los caminantes blancos son detenidos, y la vida puede
seguir hacia adelante.
En Occidente andamos estos días, algunos, bastante acojonados
con lo que se nos puede venir encima si, como se anuncia, el noviembre próximo
se produce un cambio en la dirigencia de los Estados Unidos, en el imperio, en
Desembarco del rey. Un cambio que trae el nombre de Donald Trump, y la experiencia
de su primer mandato. Para echarse a temblar.
No hay que ser un erudito, ni leerse la Decadencia de Occidente
de Oswald Spengler, para constatar que Europa lleva un tiempo cuesta abajo, aun con la
maravillosa creación, pese a lo que algunos digan, de la Unión Europea. Casi
todo adquiere un color desvaído, cuando no tenebroso. La política, otrora
fuente de solución para los problemas y temores de la ciudadanía, parece
haberse convertido en un simple mecanismo al que el paso del tiempo ha cargado
de herrumbre sin que nadie se haya preocupado de engrasar, o renovar las piezas
estropeadas.
La Unión es la mayor y mejor expresión de cooperación
internacional que han conocido los siglos. Desde la Comunidad Europea del
carbón y del acero, 1951, con sus escasos seis miembros, al gigante que es hoy,
han pasado 73 años, de éxito podría añadirse, pero ahora son muchos los
peligros que parecen acechar en el camino. Y ninguno es menor.
El famoso Pivote geográfico de la historia parece haberse
desplazado hacia el lejano Pacífico, lo que nos deja arrinconados, y el oso
moscovita, incapaz de hacer frente a esa misma deriva, decidió, hace dos años,
clavar sus garras en Ucrania, un país que había expresado con claridad sus
deseos de incorporarse a ese, para ellos, prometedor Occidente. Una acción, la
de los rusos, que nos devolvía a la situación anterior al Congreso de Viena de
1814 y sus acuerdos, sólo rotos por las acciones de Hitler y Stalin en el siglo
XX.
Trump, y algunos en Europa, amenazan con abandonar a Ucrania,
un país que, pese al heroísmo de sus gentes, por si solo no puede hacer frente
a Putin. Si Europa no es capaz de sostener el esfuerzo de Zelensky y su pueblo,
estaremos ante la entrada de ese invierno representado por los caminantes
blancos. Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 25 de febrero de 2024
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