Tirano Banderas y sus valedores

 

Es esta novela de don Ramón del Valle-Inclán una obra que conviene siempre tener a mano, pues si bien se desarrolla en un país ficticio, como suelen hacer los militares a la hora de plantear sus ejercicios y maniobras, la realidad que trataba de reflejar se encontraba en la mayoría de países hispanoamericanos, por no decir todos ellos.

Santos Banderas, el protagonista, es el dictador de Santa Fe de Tierra Firme, cuyo nombre se inspira, aparente y doblemente, en Colombia y Venezuela, y es un tirano odioso y cruel que acabará cayendo mediante un movimiento revolucionario. Su imaginaria trayectoria vital podría recordar a muchos otros, desde Tacho Somoza a Leónidas Trujillo, sin olvidar al clásico Porfirio Díaz, o las ominosas ternas de las Juntas argentinas. El caso es que es tan amplio el muestrario que, en la literatura iberoamericana, se desarrolló un género específico dedicado a los dictadores.

La situación actual nos deja a Raúl Castro y Daniel Ortega, Cuba y Nicaragua, países pequeños a cuya desdicha el mundo parece que se ha ido acostumbrando, y que apenas merecen una pequeña atención más allá del seguimiento que la prensa “de derechas” les pueda dedicar, ya que la “progresista” siempre muestra un ruidoso silencio sobre lo que allí sucede, como dinosaurios de aquellas épocas pretéritas.

Lo de Venezuela es diferente, es un país importante, por población, y, sobre todo, por posibilidades, dado sus inmensas reservas petrolíferas. Un país con pasado democrático –Chávez alcanzó el poder mediante elecciones limpias- pero que firme e inexorablemente se encaminó a lo que hoy es, un páramo social del que ya se han escapado casi ocho millones de ciudadanos, radiados por todo el continente en busca de libertad y sometidos a todas las desdichas de los refugiados.

El robo electoral llevado a cabo por Maduro, y su desenmascaramiento por la oposición ha sido tan palmario que ha obligado a todos los gobiernos hispanoamericanos a definirse, con especial mención al izquierdista chileno liderado por Gabriel Boric, al precio de la expulsión de su embajador, pero aún quedan tres, los más importantes, Colombia, Brasil y Méjico, que contemporizan y ganan tiempo, pidiendo las actas electorales, como hace el doctor Sánchez en España, aconsejado por el siniestro Zapatero.

Ya no queda tiempo que otorgar a Maduro, lo que allí sucede es lo mismo que en Cuba y Nicaragua, tiranos indecentes que esclavizan a su ciudadanía, y cuyo objetivo es simplemente perpetuarse en el poder a costa de lo que sea. Esos tres países, también España, deben definirse, y los EEUU y la UE ya tardan en poner en pie un sistema de sanciones similar al de la Rusia de Putin. Ye lo que hay.   

Raúl Suevos

A 24 de agosto de 2024

Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com

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