El cuajo de Barbón

 

Eso del cuajo requiere explicación previa, y en la quinta acepción de la Academia lo encontramos equiparado a la “calma, pachorra”, o lo que vendría a ser en castellano viejo, “cojonazos”. Dicho lo anterior, debo consignar en estas líneas que a mí lo que me viene a la memoria con esta palabra es a mi hermano mayor, Pepín, diciéndole a mi padre que si venía con casi todas suspendidas ello era porque los profesores le tenían rabia. Eso era cuajo, al menos para mí.

Recuerdo que la viñeta siguiente era la de mi padre sacando el cinto y el cuajo de mi hermano se disolvía casi inmediatamente, lo cual no aclara gran cosa, quizás sólo que la calidad y profundidad del cuajo va en proporción directa con la personalidad del personaje, lo que nos deja, al menos por el momento, a la expectativa de saber cuántos cintazos aguantaría cualquier afectado ante la coyuntura de recibirlos.

Viene esto a cuento de la visita del ministro, reciente, Oscar López, que cruzó el Negrón para decirnos que Asturias va camino de ser un gran polo, emporio, o lo que ustedes quieran, tecnológico. Y ello no sucederá en Gijón, ni en Avilés, sino en Sotrondio, a tenor del lugar de las declaraciones, aunque, si tomamos en consideración las declaraciones/promesas de los ministros en visita al Principado, mejor tomamos estas frases con una cierta prudencia y distancia.

Más enjundia tuvieron las que atañían a la presidenta de Madrid, la señora Ayuso, declarada por el presidente del gobierno enemiga oficial, no ya del partido que sustenta al gobierno, sino de toda España. La corrupción es ella, en palabras del señor López, que no hace más que hacerse eco de las consignas que un día sí y otro también les hacen llegar los consejeros de Moncloa, los spin-doctors de la comunicación sanchista.

Detrás del ministro, cuando soltaba los eslóganes anti-Ayuso se encontraba nuestro presidente regional, impertérrito, sosteniendo un paraguas que el encuadre no permitía descifrar si sólo le cubría a él o también al señor López, pero que, con pulso firme, mantenía una mirada neutral, lejana, como si estuviese pensando en la berrea que estos días tiene lugar en la reserva de Redes. Una mirada que a mí me recordaba la de Pepín, mi hermano, cuando mi padre lo pillaba no ya con suspensos, sino con las notas falsificadas. Ahí era cuando el cuajo alcanzaba su dimensión máxima.

Barbón me recuerda a mi hermano, el también sabe que tarde o temprano la vamos a pillar, y como Pepín, tendrá que apechugar con la realidad, que en su caso no creo que pase por buscarse la vida en la capital, como fue el caso. Ye lo que hay.

Raúl Suevos

20 de octubre de 2024

Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com

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