La infiltrada

 

“Eres una profesional de la policía ¡Es tu trabajo¡” esta es la exclamación que me ha llamado la atención del anuncio que en una de las cadenas generalistas de nuestra televisión promociona una película que trata sobre la vida y vicisitudes de una agente de la policía nacional infiltrada durante varios años en el submundo radical de los terroristas/independentistas vascos, hasta dar la información clave para provocar la detención de gran parte de los componentes del los asesinos conocidos como “comando donosti”.

Al parecer de los publicistas esa frase lanzada por el superior de la policía infiltrada a la protagonista debiera remover la conciencia de los televidentes en fondo y forma como para animarles a ir a ver la susodicha película. Supongo que, en cierta forma, a mi también, pero, en lo que me toca, también me ha tocado los pies.

Y es que, en las cosas del terrorismo, que es de lo que va la pelí, de una infiltrada en las redes de ETA, para mí, Ejército, Policía Nacional y Guardia Civil, no estaban desempeñando un trabajo. Su labor iba mucho más allá, tan lejos como pueden ir hoy los patriotas ucranianos que defienden a su pueblo ante la invasión de las tropas enviadas por Putin. Es la misma historia, es la misma lucha. No se equivoquen.

El guionista, seguramente con la mejor de las intenciones comerciales, ha pensado que la profesionalidad es un enganche atractivo para los posibles espectadores, pero no en mi caso, no. Lo que allí sucedía era un combate sórdido en el que nuestros soldados, policías, guardias civiles, y sus familias, luchaban en la soledad más absoluta, sin el apoyo del entorno popular, proclive a los malos o acojonado por ellos, asistiendo a la limpieza étnica de más de doscientos mil vascos, desplazados a otras partes de España. No, no era un trabajo.

Era “una religión de hombres honrados”, en el sentido que el verso de Calderón de la Barca lo describe, y es que sólo desde la perspectiva de una entrega total al servicio de la Patria, algo difícil de comprender cada vez más, y para más individuos, se puede llegar a entender que una persona, en lo mejor de su vida, decida exponerlo todo por un bien superior, como es la seguridad de los conciudadanos, y ello por una paga escasa, y, para mayor escarnio, sin que su desempeño merezca la consideración de profesión de riesgo para los gobiernos españoles, hasta ahora.

Le deseo éxito a la película, que no fue seleccionada para el festival de San Sebastián. Iré a verla, pues crítica y quien ya la ha visto me la recomiendan, pero me parece a mí que no se trataba de un trabajo cualquiera, más bien de un combate.

Raúl Suevos

A 18 de octubre de 2024

Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com

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