La Guerra del Peloponeso
La ilustración que acompañaba el artículo es todo un anzuelo para atraer al lector hacia su lectura; un cuadro del S. XIX, que firma Philip Von Folz y que representa al gran estadista y militar que dio nombre al siglo de su existencia, Pericles, dedicándole en el Ágora, a los pies de la Acrópolis, la famosa Oración fúnebre a los caídos en batalla defendiendo los ideales de la ciudad. Un discurso de lectura obligada en primer curso de Ciencias políticas de cualquier facultad del mundo, puesto que en él se substanciarían las esencias del gobierno democrático al estilo ateniense, que no el del gobierno representativo tal como hoy lo entendemos, o simplemente como lo expresara John Stuart Mill.
El ensayo, de título La Gran guerra del Peloponeso y obra de Luciano Canfora, profesor emérito de la ciudad de Bari, ahonda y desmenuza lo que ya escribiera hace 25 siglos el gran Tucidides –profundamente contrario al sistema democrático ateniense él mismo- sobre ese conflicto, sobre el que se fundamentaría la famosa Trampa política que lleva su nombre, es decir, aquella en la que cayó la potente Esparta, y su Liga, la Liga del Peloponeso, al declarar guerra a la emergente potencia de Atenas, y su Liga, la Liga de Delos. Un conflicto de varios años que llevaría a la victoria de los espartanos, al precio de dejar a ambos exhaustos y significando, finalmente, el acceso al mar Egeo de los persas, sus ancestrales enemigos, y la pérdida de poder para ambos estados griegos.
Es oportuno traer a colación aquel conflicto, y sus consecuencias, porque, tras las alegrías de la globalización, que parecían traernos un mundo multipolar en el que los países irían paulatinamente inclinándose hacia la democracia liberal como sistema político, la realidad nos ha devuelto a la bipolaridad, con el único cambio aportado por la desaparición de la URSS y su sustitución por una emergente y potente China, resultado de la revolución interna impulsada por Deng Xiaoping y su pragmatismo, reflejado en el lema “no importa que el gato sea blanco o negro, sólo que cace ratones”. Con el resultado, como tantas veces a lo largo de la historia, de la tentación, o la imperiosa necesidad, de seguir creciendo, a costa de las zonas de influencia del otro, lo que puede llevar a esa trampa que tan bien explicaba Tucidides en su Guerra del Peloponeso.
En la etapa anterior, la de los bloques, aquella denostada Guerra fría, fue, en cierto modo y a la vista de los resultados, una forma de evitar el choque directo entre las dos grandes potencias. Un choque resuelto en ocasiones mediante las llamadas Proxy wars, guerras “menores” por delegación, que tenían como objetivo desgastar al contrario, comprobar sus fortalezas y flaquezas, y dar un medio de desahogo a los halcones de los respectivos gobiernos sin llegar a enfrascarse en una confrontación directa, que corría el riesgo de acabar en el temible conflicto nuclear, la conocida como Mutually Assured Destruction, MAD, que daría lugar a la Doctrina de la disuasión. Y funcionó.
Estamos ahora en una nueva etapa de la historia, que no ha acabado pese a las profecías que Francis Fukuyama volcó en su conocida obra, “El fin de la historia y el último hombre”, respecto al triunfo de la democracia liberal; un periodo en el que vemos como lo que queda de la otrora potencia, URSS, se ha reconvertido en Federación rusa, devenida bien a su pesar en potencia regional dependiente del nuevo aspirante a hegemón, China. Una Rusia que intenta resistirse a la evolución inexorable de los equilibrios mundiales y espera a ver qué hace el nuevo emperador en esa Proxy war que es Ucrania, y en la que su autócrata ha apostado todo a una carta que pasa por las decisiones que tome el nuevo dueño de los palacios de Washington.
¿Qué hará Donald Trump? ¿Cómo influirán sus decisiones en las decisiones económicas que adoptarán, no sólo China, sino también sus acólitos? Y ¿cómo afectarán las mismas a la necesaria confianza de los aliados del llamado Occidente? ¿Seguirá siendo el Tratado Atlántico la clave de la defensa de Europa? ¿Deberá ésta lanzarse a la construcción de la Defensa Europea? La Guerra del Peloponeso, desarrollada en el S.V adC sigue dándonos lecciones, desgraciadamente, porque los estados siguen rigiéndose por la teoría realista de las relaciones internacionales, como Tucidides nos enseñó.
A 14 de noviembre de 2024
Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com
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