Los Montes Urales ya no existen


En las viejas geografías escolares no existía el actual concepto de Eurasia, simplemente se contaba con los Montes Urales, esa inmensa cadena montañosa que va desde el Círculo Polar, allá en el mar de Kara, hasta desaparecer en las llanuras de Kazastán, 2500 km al sur, y antes de llegar al Mar Caspio. Un accidente geográfico que nunca sirvió para actuar como barrera, pues su mayor altura no llega a los 2000 metros, y por encima de ella saltaron sin problemas los caballos mongoles de la Horda de Oro. Quizás por ello el Imperio ruso, en cuanto tomó conciencia de su poder, avanzó imparablemente hacia el Este hasta saltar sobre Bering y apoderarse de Alaska. Había que asegurar un colchón territorial a la madre Rusia.

Esos Montes Urales, definían lo que era Europa, al oeste, y lo que era Asia, al este, y, para nosotros, hasta los filósofos, como Ortega, se referían a ellos como la última frontera de Occidente: “Europa avanzará cuando vea asomar la coleta de un chino sobre las cumbres de los Urales”, añadiendo como elemento secundario “o se produzca una convulsión en el magma islámico”. El caso es que, para nosotros, los europeos, guapos y espabilados, de la Europa tradicional, todas aquellas estepas del más allá de, nos quedaban muy lejanas, pese a los esfuerzos de la Unión Soviética antes, y Vladimir Putin ahora.

Con la invasión de Ucrania, aquí cerquita, casi en nuestro patio trasero, hemos empezado a despertarnos, incluso llegamos a ser conscientes, por la actitud de Biden antes, y de Trump ahora, que al Imperio lo que le preocupa es el Pacífico y el Lejano Oriente, China. Pero, siempre hay un pero, desde oriente se alimenta la atroz maquina terrorista de Putin. Desde allí le han llegado el último año millones ojivas de artillería y cientos, quizás miles de misiles balísticos. Desde Corea del Norte, y también repuestos para la industria militar desde China. Los Urales siguen sin ser barrera, y el Transiberiano lleva más de un siglo uniendo Europa, la de Rusia, con el Pacífico.

En la última semana, alguien, imagínense ustedes quién, ha volado un importante tramo de la vía férrea transiberiana, dejándola inservible durante varios días, quizás una semana, y afectando gravemente al flujo logístico ruso, especialmente al militar que alimenta la invasión de Ucrania. Y esto nos viene a demostrar que, en cierto modo, la guerra de Ucrania es ya una guerra mundial que nos afecta a todos, y especialmente a los europeos, por nuestras múltiples fronteras con la ominosa Rusia de Putin, conviene que nuestros gobernantes lo tengan en cuenta.

Raúl Suevos

A 17 de noviembre de 2025

Traducción en asturianu en abellugnnelcamin.blogspot.com

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